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La Malawi y la Ethiopian son sativas africanas puras de gran calidad, ambas muy vigorosas y productivas por sí mismas, pero cuando se combinan en una F1 directa explotan en vigor, producción y potencia, alcanzando niveles antes insospechados.
El crecimiento de este híbrido tiende ligeramente al lado etíope, siendo alto, esbelto y flexible, aunque con mayor robustez, y con un estiramiento y distancia internodal moderados gracias a la influencia más domada de Malawi. Sus flores muestran las cualidades más deseables de las sativas africanas: bellísimos pistilos etíopes, largos, finos y delicados, que nacen de una estructura floral abundante, densa y muy resinosa, con muy poca hoja, rasgo heredado de los fenotipos Malawi Killer. Al ser un híbrido eminentemente sativo tropical, su floración es de moderada a larga, aunque en condiciones adecuadas de fuerte intensidad lumínica y temperaturas cálidas las plantas pueden dar enormes cosechas que ofrecen un efecto sativo africano potenciado de alta calidad: cerebral, energético y psicodélico al mismo tiempo.
Las flores tienen un dulce perfume de aromas cítricos/limón y sándalo, con delicados toques florales y amaderados, ligeramente almizclados, con un fondo terroso, denso y resinoso.
Un híbrido sativo especialmente creado para los amantes de las sativas africanas puras, potentes y de alto rendimiento, y para su cultivo en exterior en climas tropicales o subtropicales.